Una correcta alimentación es fundamental para tener un buen estado de salud. La frase de Hipócrates “Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea tu alimento” da buen ejemplo de ello.
Si quieres mejorar tu dieta, ayudar a la pérdida de peso o simplemente, mantener una buena salud cardiovascular, el estudio de tus genes permitirá conocer cómo respondes a los distintos macronutrientes (proteínas, lípidos, hidratos de carbono) y así establecer la mejor dieta para ti.
Una nutrición personalizada basada en tu genética te informará de qué alimentos metabolizas mejor y cuáles deberías consumir con moderación e incluso eliminar de tu dieta.
Además, la genética ayuda a detectar intolerancias alimentarias que puedan estar mermando tu salud. Patologías tan comunes y que apenas damos importancia como las cefaleas, migraña o ciertas molestias abdominales que puedes sufrir tras las comidas pueden ser causa de una intolerancia o sensibilidad alimentaria desconocida.
La nutrigenética permite detectar estas intolerancias y así mejorar la calidad de vida de los que las sufren.
De hecho, en algunos individuos con patologías previas o que tengan una predisposición a padecer una determinada enfermedad, pautar una dieta adaptada a su información genética podría llegar a aminorar e incluso prevenir la aparición de dichas patologías.